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Rosario Linares/ El prado

La manipulación psicológica implica acciones de distorsión mental y explotación emocional para ejercer el control sobre una persona, con el objetivo de obtener cierto beneficio u objetivo. A diferencia de la influencia social saludable, un fenómeno habitual en las relaciones constructivas gracias al cual todos ganan, el manipulador emocional se aprovecha de su víctima generando un desequilibrio de poder que utiliza a su favor. Cuando se establece este tipo de relación, hay un claro “ganador”: el manipulador emocional, y un “perdedor”: su víctima.

¿Cómo detectar a un manipulador emocional?

La mayoría de las personas manipuladoras tienen estos rasgos en común:

  1. Egocentrismo. Las personas manipuladoras no suelen pensar en lo que su víctima necesita, siente o desea. Debido a su perspectiva egocéntrica del mundo, anteponen continuamente sus intereses y necesidades a los de los demás.
  2. Falta de empatía. El elevado nivel de egocentrismo de las personas manipuladoras les impide ponerse en lugar de los demás. Son poco empáticas con los problemas y necesidades de quienes les rodean. En los casos extremos, ni siquiera ven a los demás como personas sino como medios para alcanzar sus objetivos.
  3. Irresponsabilidad. Las personas manipuladoras suelen huir de las responsabilidades, no asumen las consecuencias de sus actos pues no creen que aprovecharse de las debilidades ajenas sea algo malo. Aunque lastimen a los demás, no sentirán remordimientos.
  4. Maquiavelismo. Las personas manipuladoras suelen puntuar elevado en el rasgo de maquiavelismo, lo cual significa que son expertas en crear escenarios y dinámicas que fomentan la intriga, la rivalidad y los celos.
  5. Facilidad para detectar las debilidades ajenas. Estas personas son muy hábiles detectando las debilidades de los demás, para usarlas a su favor. Se aprovechan de la sensibilidad emocional y, sobre todo, de la amabilidad, pues saben que es más fácil manipular a personas sensibles y dispuestas a ayudar.

Las técnicas de manipulación emocional

Las personas manipuladoras suelen recurrir a diferentes técnicas de manipulación mental para dominar a sus víctimas, conocerlas te ayudará a detectarlas y evitar caer en las redes de la manipulación.

  1. Infundir miedo. Es una de las estrategias de manipulación mental y emocional más usadas y eficaces puesto que hace leva en los temores de la víctima. Una vez que el manipulador descubre sus miedos, los exagerará para asustar a la persona y lograr que haga lo que desea. En la pareja, es común recurrir al miedo al abandono o a la sensación de indefensión.
  2. Gaslighting o hacer luz de gas. Se trata de una manipulación mental tan sutil que muchas personas no se percatan de ella. Básicamente, el manipulador emocional se dedica a minar la autoconfianza de su víctima distorsionando la realidad para adaptarla a su visión de lo que sucede. En los casos más graves, la víctima incluso llega a dudar de su memoria y cordura ya que el manipulador no tiene escrúpulos en cambiar los hechos y mentir para generar una dependencia. Constituye una forma de maltrato psicológico.
  3. Generar culpa. La sensación de culpa es un poderoso motor impulsor del comportamiento, por lo que los manipuladores a menudo intentan que su víctima se sienta culpable. Lo más común es que se hagan pasar por personas desvalidas que necesitan ayuda, de manera que su víctima se sienta terriblemente mal si no cede a sus deseos. Estas personas inventan “necesidades imperiosas” que su víctima debe satisfacer o falsean la realidad para hacerles sentir culpables.
  4. Actitud protectora. En los casos más sutiles de manipulación emocional, el manipulador se presenta como el “protector”. En práctica, le hace creer a su víctima que no es capaz de valerse por sí misma y que le necesita. A cambio de esa “protección”, que puede ser económica o emocional, el manipulador le pedirá que se adapte a sus deseos. De esta forma, la protección se convierte en un control total generando una relación de profunda dependencia.
  5. Castigo. El manipulador emocional casi nunca recurre a la violencia física, su violencia es psicológica. Por eso, castiga a su víctima cada vez que no cumple con sus exigencias. Ese castigo puede adoptar diferentes formas, desde humillaciones verbales y sarcasmos hasta un tratamiento silencioso que implica obviar por completo al otro, soslayar sus necesidades emocionales y negarse a afrontar el conflicto, manteniendo así el control de la situación.

¿Cómo evitar la manipulación emocional?

Conoce tus derechos fundamentales. Para evitar o ponerle freno a la manipulación, es fundamental que tengas presente tus derechos como persona.

  • Di “no” con firmeza. Puedes negarte a hacer todo aquello con lo que no te sientas cómodo/a. Es tu derecho. Valora la petición que te han hecho y, si no quieres ceder a la demanda, di “no” con firmeza. Es mejor que a un manipulador no le des demasiadas explicaciones porque lo asumirá como una debilidad o sensación de culpa, por lo que es probable que siga presionándote. Un “lo siento, pero no lo haré”, suele ser suficiente.
  • Evita el mecanismo de autoinculpación. El manipulador emocional intentará explotar tus debilidades, por lo que tratará de que te sientas culpable o inadecuado/a. No caigas en su trampa, no permitas que sus palabras o actos generen un sentimiento de culpa. Pregúntate si te están tratando con respeto genuino, si la demanda es razonable y si te sientes cómodo/a satisfaciéndola.
  • Usa el tiempo a tu favor. En muchas ocasiones, el manipulador emocional presiona para que su víctima no tenga tiempo de pensar. Quiere una respuesta de inmediato y maximiza la presión para controlar la situación. Por tanto, una buena estrategia consiste en ganar tiempo para valorar lo que te está pidiendo. Cuando le dices: “Lo pensaré”, también le estás dejando entrever que no estás dispuesto a caer en sus redes y que no dejas que te presionen con tanta facilidad.
  • Presta más atención a los actos que a las palabras. Una de las mejores maneras para detectar a un manipulador emocional consiste en prestarle más atención a sus actos que a sus palabras. A menudo estas personas, sobre todo al inicio de la relación, son encantadoras y hasta aduladoras, pero si te fijas bien, descubrirás que sus comportamientos dicen otra cosa. Esa dicotomía es muy útil para descubrir la manipulación emocional en una relación de pareja ya que una persona que dice amarte pero que te presiona continuamente y relega tus necesidades a un segundo plano, probablemente está intentando manipularte.
  • Pregunta y clarifica. Los manipuladores emocionales suelen jugar con la ambigüedad y aprovechan el hecho de que sus víctimas no suelen plantarles cara. Por eso, ante la duda, lo mejor es replantear sus demandas. Cuando escuches una solicitud irracional, devuélvele la pregunta para intentar que esa persona tome conciencia de lo que está haciendo. Puedes preguntarle: “¿Te parece razonable? ¿Crees que lo que me pides es justo? ¿Qué gano yo con ello?” De esta manera le colocas delante un espejo y le demuestras que no te dejas manipular fácilmente.
  • Establece una distancia psicológica. Hay casos en los que no queda más remedio que establecer una distancia, al menos una distancia psicológica del manipulador. Si crees que el manipulador no va a respetar tus derechos, es conveniente establecer una relación cortés, pero con ciertos límites que le impidan acceder a tu intimidad, de manera que puedas proteger tu equilibrio emocional. 

Pide ayuda psicológica si lo necesitas. Si sientes que estás en una relación tóxica en la que otra persona te intenta manipular emocionalmente y no te respeta, pero no puedes salir de ella, aunque sabes que esa relación te está haciendo daño es el momento de la ayuda de un psicólogo