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Nahum Montagud Rubio/ Psicología y mente

La adolescencia y la adultez temprana son períodos muy convulsos para la vida de la mayoría de las personas.

Es un momento de transición en el que tenemos que formar nuestra identidad individual, descubrir qué es lo que nos interesa laboral, social y sexualmente y también nos tenemos que enfrentar a las demandas familiares aunque reclamando nuestra independencia e individualidad.

Pese a que la mayoría supera este período sin mayor problema, otros pueden vivirlo de forma tan abrumadora y experimentar además acontecimientos dañinos para su salud mental que acaben desarrollando una depresión.

La importancia de la detección de la depresión en jóvenes es crucial, puesto que la naturaleza de ese trastorno y la de la adolescencia dan como resultado muchos problemas de adaptación en un individuo que todavía está creciendo. Reflexionamos sobre esta cuestión a continuación.

Características de la depresión en jóvenes

Los años de juventud, especialmente los de la adolescencia, pueden ser un período complicado y abrumador. La transición desde la adolescencia hasta la adultez no es fácil para muchos jóvenes, quienes intentan encontrar su lugar en el mundo mientras se enfrentan a muchas presiones. Los adolescentes deben cumplir con las expectativas de sus padres, tener un buen rendimiento académico, asegurarse de que tienen amigos y gustan a todo el mundo, mientras que ya en la adultez temprana tienen que buscarse un futuro profesional, decidir qué estudiar o si ponerse a trabajar les sale más a cuenta.

Los cambios de humor en la adolescencia, en tanto que sean ocasionales, son algo normal en la mayoría de los jóvenes. Estos cambios de humor no son más que las respuestas que tienen los jóvenes ante las circunstancias que todavía no saben cómo manejar y que aún están en proceso de desarrollar las habilidades y madurez necesarias para poder hacerles frente. A medida que vayan transicionando de la adolescencia a la adultez temprana, los jóvenes adquirirán experiencia y perspectiva necesaria para hacer frente a aquellas situaciones que años atrás les sobrepasaba.

Sin embargo, a veces sucede que las demandas del entorno son demasiado altas como para que los adolescentes puedan cumplirlas, además de que suceden acontecimientos traumáticos o situaciones que afectan negativamente a su salud mental. Se calcula que uno de cada cinco adolescentes presenta un trastorno mental, y cerca de un tercio cumple criterios para ser diagnosticados de depresión.

Los síntomas de depresión en jóvenes no son siempre fáciles de identificar, porque en muchas ocasiones se camuflan o confunden con los comportamientos propios de la adolescencia. Algunas señales tempranas de que el joven podría padecer depresión son: irritabilidad, fatiga, cambios en los patrones del sueño, cambios en la conducta alimentaria, aislamiento social y/o ira.

La depresión durante la adolescencia puede interferir significativamente en múltiples áreas vitales importantes del joven. El adolescente deprimido tendrá problemas para hacer frente a las demandas académicas, familiares y sociales, además de que tendrá serios problemas para poder conformar su identidad propia, puesto que la sintomatología depresiva en edades tan tempranas como lo es la franja de los 12 a los 18 supone un obstáculo enorme para el crecimiento personal, autoconcepto y autoestima. El joven puede sentirse tan mal y verse como tan poco útil para la sociedad que acabe cometiendo un suicidio.

Teniendo en cuenta todo esto, podemos entender que la importancia de la detección de la depresión en jóvenes es crucial, dado que cuanto antes se haga, más pronto se podrá intervenir sobre el caso en particular, mejorar su bienestar psicológico y evitar que su trastorno se agrave.

Síntomas de la depresión en la adolescencia

El rasgo más distintivo y definidor de un episodio depresivo mayor es que se debe experimentar por lo menos durante un período de dos semanas. Durante ese período, el paciente debe haberse sentido muy abatido, con profunda tristeza y falta de interés por casi prácticamente todas las cosas que antes le gustaban. En el caso de los adolescentes y adultos jóvenes, también se debe añadir como síntoma distintivo la extrema irritabilidad que, junto con los demás síntomas, supone un cambio significativo en el funcionamiento del paciente.

Además de estos síntomas, se deben manifestar como mínimo cuatro de los que se presentan en la siguiente lista:

  • Ira y hostilidad
  • Cambios en la conducta alimentaria
  • Cambios en los hábitos de sueño
  • Fatiga y falta de energía
  • Desesperación
  • Sentimientos de culpa y sentir que no se vale nada
  • Bajo rendimiento académico
  • Falta de motivación
  • Problemas para concentrarse
  • Llanto fácil y frecuente
  • Inquietud
  • Agitación
  • Dolores por el cuerpo sin causa física aparente
  • Pensamientos de muerte y suicidas (con o sin planeación)

Señales de advertencia de comportamiento suicida

La posibilidad de que el joven cometa suicidio existe durante todo el período en el que dure el episodio depresivo mayor. Las estadísticas son escalofriantes, apuntando a que cerca del 20% de los jóvenes de 14 a 18 años se han planteado en algún momento de forma seria cometer suicidio, 10% han elaborado un plan para llevarlo a cabo y entre el 5 y 10%, según el país, ha llevado a cabo el intento en más de una ocasión.

Teniendo en cuenta lo grave que es esta problemática y su potencial trágico final, es fundamental detectar la depresión en jóvenes, tanto en contexto de consulta como desde el propio hogar. Por ello, podemos fijarnos en las siguientes señales de ideación suicida entre adolescentes.

  • Hablar sobre el suicidio
  • Escribir poemas o historias sobre el suicidio
  • Deshacerse de posesiones preciadas
  • Llevar a cabo comportamientos sumamente arriesgados
  • Romantizar la muerte
  • Decir adiós a amigos y familiares (en persona, en notas o en las redes sociales)
  • Publicaciones crípticas en redes sociales haciendo referencia a la muerte

Tratamiento de la depresión en jóvenes

Es fundamental detectar cualquier otro posible problema antes de proceder con la psicoterapia, con la intención de ofrecer la mejor de las terapias al paciente y así mejorar su calidad de vida. Existen múltiples enfoques y tratamientos para mejorar el estado anímico de los pacientes jóvenes con depresión, pero todos ellos pueden englobarse dentro de los tres tipos de terapias siguientes.

1. Psicoterapia

La terapia psicológica estrella para tratar la depresión en adolescentes es la terapia cognitivo-conductual. Esta opción es especialmente útil para los casos de depresión leve a moderada, producidos por problemas que se cree que podrán solucionar a corto plazo.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la psicoterapia orientada hacia los pacientes individuales no se limita a ser una relación entre paciente y terapeuta. Más allá de las propias sesiones en sí con el psicólogo o la psicóloga, es fundamental adoptar una serie de hábitos (aprendidos en terapia) en el día a día, y del mismo modo, la implicación de la familia también es un elemento muy importante que facilita el buen progreso del tratamiento, tanto el psicológico como el médico.

2. Terapia grupal

Los grupos de terapia pueden ser muy útiles para los adolescentes con depresión. Mediante este tipo de terapia, los adolescentes conectan con otros jóvenes que están pasando por lo mismo y con los que pueden compartir sus problemas y crear redes de apoyo más allá de las que ofrecen la familia y los amigos cercanos, además de encontrar modelos de referencia y personas en las que inspirarse y desde las cuales obtener motivación para avanzar en el tratamiento.

3. Farmacología

Los fármacos más recurridos para tratar la depresión son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), antidepresivos que pueden ser beneficiosos para los adolescentes diagnosticados con trastorno depresivo mayor y en cuyos casos la psicoterapia a solas no parezca tener un potente efecto sobre su mejoría.

Cabe decir, no obstante, que la toma de estos fármacos debe hacerse siempre bajo supervisión psiquiátrica, y más si tenemos en cuenta que las investigaciones apuntan que los ISRS incrementan los pensamientos suicidas en niños y adolescentes en las primeras semanas del tratamiento. Además, en las personas con depresión so más habituales los casos de adicción a drogas, por lo que la supervisión médica al tomar psicofármacos se vuelve aún más indispensable.