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Aunque el concepto del bien común ha sido objeto de teorización normativa durante milenios, ahora se entiende ampliamente como un «concepto esencialmente cuestionado», lo que lleva a los académicos a argumentar que no existe un bien único y definido en las sociedades pluralistas complejas (Rittel). y Webber, 1973; Sluga, 2014). El filósofo Hans Sluga (2014) escribe:
…podemos imaginar el bien común de formas muy diferentes, tanto altas como bajas, anchas y estrechas. Podemos hablar de este bien común en el lenguaje de la justicia, la libertad, la seguridad, el orden, moralidad, felicidad, bienestar individual, prosperidad, progreso y todo lo que tienes. Además, podemos concebir la comunidad para la cual se buscan los bienes de varias maneras: como tribal, local, nacional, internacional o incluso global, como igualitaria o jerárquica en orden, como tradicional o poco estructurada, unida o dividida. Y finalmente, podemos imaginar la búsqueda en sí misma de diferentes maneras: organizada o espontánea, dirigida o colaborativa, deliberada o meramente implícita, exitosa o frustrada (p. 2).
En este sentido, el bien común no es una sola cosa, sino un término general para varios conceptos y condiciones interrelacionados que subyacen a la supervivencia y el florecimiento de la vida. El bien común parece tratarse del proceso tanto de los resultados como de las personas que conforman la comunidad para la cual se busca el bien (Wilson, 2023), lo que sugiere una estructura tripartita qué, como, y para quien (Wilson et al., 2022).
Cabe señalar que cada visión del bien común contiene elementos sabiduría que a otros les falta. Cada perspectiva expresa cómo una gran parte de la sociedad piensa que deberíamos vivir entre nosotros (ver, por ejemplo, Verweij et al., 2006). Aunque estos diversos puntos de vista indican puntos de vista a menudo contradictorios del bien común, todos son, sin embargo, verdaderos en algún sentido. Existen simultáneamente, persisten en el tiempo y, en última instancia, se necesitan mutuamente. Todos estos puntos de vista son correctos en cierto sentido. En conjunto, nos presentan las paradojas de lo correcto versus lo correcto.
Bolden y sus colegas (2016) señalan que a las personas de culturas occidentales les resulta particularmente difícil comprender y aceptar tales paradojas. Ante una paradoja, el primer impulso de muchas personas es intentar resolverla; reconciliar declaraciones contradictorias para que concuerden eliminando aparentes contradicciones. Sin embargo, lo principal que hay que decir acerca de las paradojas es que no son opuestos a reconciliar (por ejemplo, dialécticamente) o acertijos a resolver; Ellos solo es (Bolden et al., 2016).
Según los investigadores de gestión Wendy Smith y Marianne Lewis (2011), las paradojas se pueden dividir en cuatro tipos principales: paradojas de desempeño, organización, aprendizaje y pertenencia. Esta tipología se puede utilizar para comprender las muchas paradojas de derecho versus derecho que caracterizan el bien común.
Paradojas del rendimiento
Las paradojas de implementación surgen en el contexto de múltiples partes interesadas y conducen a objetivos y resultados contradictorios. Considere, por ejemplo, el concepto de desarrollo sostenible de Meadows (1998), que vincula los recursos naturales con el bienestar humano a través del capital humano, social, financiero y construido. Aunque todos los capitales son importantes, y si bien es importante mantener existencias de todos los capitales, esto no es fácil de hacer porque el objetivo de maximizar un tipo de capital (p. ej., financiero) a menudo entra en conflicto con el objetivo de maximizar otros tipos (p. ej., capital natural).
Esta tensión a nivel social se repite a nivel organizacional, por ejemplo, entre las metas de beneficio y responsabilidad social (Margolis & Walsh, 2003). El bien común está asociado con muchas otras paradojas de objetivos. Por ejemplo, como señaló Sluga (2014), podemos hablar del bien común en el lenguaje de la justicia, la libertad, la seguridad, el orden, la moralidad y la felicidad. Mientras que algunos objetivos son compatibles (como la seguridad y el orden), otros pueden ser incompatibles (como la libertad y el orden). Además, un acuerdo aparente (p. ej., sobre igualdad) puede enmascarar objetivos contrapuestos (p. ej., igualdad de oportunidades frente a igualdad de resultados).
Paradojas de la organización
Las paradojas organizacionales surgen cuando los sistemas complejos crean diseños y procesos competitivos para lograr las metas y los resultados deseados. Paradojas de la organización de llamadas atención a los distintos pero legítimos procesos que puedan emprenderse en la búsqueda del bien. Podemos pensar en la búsqueda del bien común de diferentes maneras: cooperativa o competitiva, centralizada o descentralizada, organizada o espontánea, gestionada o cooperativa, o tradicional o libre (Sluga, 2014). Además, podemos imaginar la búsqueda del bien común ordenada por diferentes formas o formas de vida, como individualista, igualitaria o jerárquica (Sluga, 2014), con las correspondientes diferencias en la organización. Las paradojas organizacionales observadas a nivel social se repiten a nivel organizacional, como la tensión entre cooperación y control (Sundaramurthy & Lewis, 2003).
Paradojas del aprendizaje
Las paradojas del aprendizaje emergen a medida que los sistemas dinámicos se adaptan, modifican, renuevan e innovan, lo que genera preguntas difíciles sobre si se debe construir, abandonar o destruir el pasado para crear el futuro. Esencialmente, refleja la tensión entre la continuidad y el cambio que experimentan los complejos sistemas adaptativos de los individuos a la sociedad. La arena política es el ámbito donde se desarrolla con mayor claridad el drama entre la continuidad y el cambio, como se refleja en las ideologías políticas que buscan preservar o desarrollar gradualmente la tradición, y aquellas que buscan el progreso destruyendo el pasado.
Paradojas de pertenencia
Finalmente, en términos de las paradojas de pertenencia, que conciernen a la naturaleza del yo y identidad, consideran las contradicciones paradójicas que existen entre las necesidades del individuo y las necesidades de la comunidad o colectivo (Murnighan & Conlon, 1991). Esta paradoja es tan fundamental que liderazgo los académicos Donelson Forsyth y Crystal Hoyt (2011) llaman a esto un «problema importante» vida social. Además, incluso cuando se asume una perspectiva colectivista, las paradojas de la pertenencia no desaparecen, ya que los límites de nuestras comunidades imaginadas pueden ser ambiguos y fluidos. Podemos imaginar comunidades como tribales, locales, nacionales, internacionales o incluso globales, unidas o divididas, con valores, necesidades, intereses e identidades distintas y cambiantes (Sluga, 2014).
Además de estas paradojas de desempeño, organización, aprendizaje y pertenencia, en la intersección de estas categorías emerge una multitud de paradojas que representan tensiones paradójicas entre diferentes formas de vivir. Décadas de investigación en las ciencias sociales han revelado que debajo de la rica diversidad de culturas y formas de vida humanas, las actividades y formas de vida humanas están moldeadas por un conjunto limitado de regímenes sociales y culturales básicos (Fiske, 1992) o formas (Verweij et al. al., 2006): igualitarismo, jerarquía, individualismo y fatalismo. Aunque contradictorias, estas formas de vida se necesitan mutuamente. Schwartz (1991) caracteriza estas interdependencias de la siguiente manera:
Toda forma de vida se socava a sí misma. El individualismo significaría caos sin una autoridad jerárquica para hacer cumplir los contratos y repeler a los enemigos. Un orden igualitario necesita una jerarquía para hacer el trabajo y resolver disputas. Las jerarquías, a su vez, estarían estancadas sin la energía creativa del individualismo, sin cohesión sin la fuerza vinculante de la igualdad, inestables sin la pasividad y el consentimiento tácito del fatalismo. Las formas de vida dominante y subordinada existen así en unión, pero esta relación es frágil, cambia constantemente y crea constantemente un entorno social propicio para el cambio (p. 765).
En este sentido, las paradojas del bien común son inevitables en las sociedades pluralistas. Además, todas estas paradojas son beneficiosas: algo debe usarse a través de una comunicación y negociación constructivas (Verweij et al., 2006). Cada una de estas perspectivas saca a relucir ciertos elementos de experiencia y sabiduría de los que carecen las demás, y da expresión a cómo una proporción significativa de la población cree que debemos vivir entre nosotros y con la naturaleza (Verweij et al., 2006). .
Lo que es más importante, cada perspectiva necesita de todas las demás, y cada vez que una de estas perspectivas por el bien común se excluye del colectivo Toma de decisiones en el contexto del poder compartido, inevitablemente se produce el fracaso de la gestión (Verweij et al., 2006). Estas ideas tienen profundas implicaciones para la búsqueda del bien común. Nuestras respuestas a las paradojas de derecho versus derecho pueden ser un factor fundamental para determinar el destino de nuestra sociedad.
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