Xeci Molas/ PsicoActiva
Ansiedad
La ansiedad es un concepto que se ha definido de muchas formas, sin embargo, todas hacen referencia a un factor importante: preocupación excesiva en relación a uno o varios eventos. La ansiedad se desencadena cuando la preocupación por un evento es tal que al individuo le es muy difícil controlarla. Además, esta preocupación excesiva suele ir acompañada de inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y problemas de sueño (DSM-5, 2014). Cierto grado de preocupación es positivo, ya que nos ayuda a implicarnos en aquello que debemos hacer, pero cuando la preocupación se nos va de la manos, comienza el problema.
En este punto, es importante recalcar que la ansiedad está en nuestras manos. Esta afirmación no pretende ser reduccionista, ya que muchos no poseen herramientas para enfrentarse a ciertas situaciones, pero sí las podrían tener. Es decir, la ansiedad no la produce el evento en sí, sino nuestra relación con el evento. Por ejemplo, existen alumnos universitarios que en época de exámenes desarrollan una fuerte ansiedad y otros que duermen a pierna suelta cuando llega la noche. El hecho de que dos personas reaccionen de forma diferente a un mismo evento nos indica que es nuestra forma de enfrentarnos lo que nos crea la ansiedad y no el evento en sí.
Irrupción del miedo disfrazado de pereza
En este punto, cuando nuestra preocupación por un evento nos sobrepasa, es frecuente que surja la pereza. Aunque parezca contradictorio, la pereza puede entrar por la puerta de atrás y apoderarse de nosotros. Pero, ¿si estamos tan preocupados cómo es posible que la perezca tenga lugar? Es posible porque aparece disfrazada de miedo. En ocasiones, enfrentarnos a ciertos eventos nos crea tanto miedo e inseguridad que lo que hacemos es dejarlo de lado. Por lo que no es de extrañar que podamos ver a estudiantes tumbados en el sofá todo el día en lugar de preparar sus exámenes.
Esa pereza nos sirve para no enfrentarnos al evento o los eventos «clave». ¿Quién no ha tenido que preparar algo a largo plazo y lo ha ido dejando y dejando hasta que se le ha echado el tiempo encima? Así pues, la pereza se convierte en una forma de evitación producido por el miedo que nos produce enfrentarnos a un evento. Estamos tan preocupados y llenos de malestar, que en lugar de seguir por el camino de la incomodidad, giramos rumbo a la inactividad. Inconscientemente pensamos que si no nos enfrentamos a algo, no nos preocupamos, luego, no nos provoca ansiedad.
Baja autoestima
De las 2 amigas de la pereza, la baja autoestima es quizá la más sutil de observar. ¿Cuántas veces hemos dejado de hacer algo porque pensábamos que no éramos capaces? Al igual que con los exámenes, en este caso el discurso interno sería algo así como: «¿para qué voy a estudiar si voy a suspender?». De esta forma, ni siquiera lo intentamos, por lo que con total seguridad no lo conseguiremos. Y del mismo modo que puede pasar con un examen, puede pasar con más cosas. «¿Para qué voy a echar mi CV en un puesto de trabajo si no me van a coger?» y después de decirnos esto nos quedamos en casa viendo las redes sociales.
Así pues, la pereza también se puede camuflar tras una baja autoestima. El mensaje que nos decimos a nosotros mismos sería: «como no valgo, ni lo intento». Es por esto, tan importante tener una autoestima sana, porque mucha gente se estará privando de conseguir aquello que se propone y llevando una vida que no desea. A pesar de esto, sí es importante plantearnos metas realistas, ya que si nos proponemos algo inalcanzable lo más seguro es que aparezca la frustración y la autoestima salga todavía más dañada.
Reflexión final
Cuando nos hemos percatado de que detrás de la pereza se esconde la ansiedad y detrás de esta el miedo, es importante hacernos ciertas cuestiones. ¿Por qué tenemos miedo ante un reto? Quizá aquí enlace con el segundo aspecto. Es posible que un reto nos de miedo porque creamos que no somos capaces de conseguirlo o no somos merecedores de ello. Así pues, si se mezclan miedo y baja autoestima, estas 2 amigas de la pereza, forman un cóctel que nos paraliza y nos impide avanzar. Por ello, tendremos en cuenta que el miedo es una emoción natural, pero no siempre es positiva. Nos puede salvar de cruzar una calle llena de coches, pero puede evitar que emprendamos un negocio que podría ser un éxito.
Es importante saber que el miedo, en una gran mayoría de situaciones, reside en nuestra forma de interpretar los hechos. A algunas personas les motiva empezar un nuevo proyecto; a otras les aterra. Lo importante es dar un primer paso. Establecer una meta realista y descomponerla en submetas. De esta forma, el «gran» proyecto que tenemos ante nosotros, quedará desmenuzado y lo comenzaremos a ver más asequible. Aun así, no todo son proyectos, puede darnos miedo decirle algo a nuestra pareja y lo dejamos pasar disfrazándolo de pereza: «ahora no me apetece hablar».
Cuando conocemos a las 2 amigas de la pereza, enfrentarla es más fácil porque sabremos qué se esconde detrás. Así pues, deberemos trabajar nuestros miedos y nuestra autoestima. De esta forma, cuando nos encontremos ante situaciones complicadas, la pereza habrá desaparecido y seremos capaces de afrontarlas con éxito.